SI VAS AL CINE, LLEVA KLEENEX

Siempre que voy al cine me pasa igual,
compro una entrada, voy a por las palomitas y la coca-cola
y cuando le voy a dar el ticket al portero de recepción,
no sé dónde dejar tantas cosas.
En fin.
Me dirijo a la sala que me toca,
busco la fila, subiendo escalones,
y la butaca que me han dado, suele estar delante
de alguna pareja que llegó antes
y que ya están que si jugando, que si yo te quiero tanto,
que si yo qué sé.
En fin.
Empezamos con los pases de los trailers de otros filmes que vendrán,
y cuando viene la peli de verdad,
las luces se apagan,
la gente se calla,
y la pareja que tengo detrás,
aunque no se los vea, se les siente
mover los asientos,
dar patadas al que está viendo
la película que iba a ver.
En este caso, yo, ¿quién si no?
En fin.
Siempre que empieza una peli
suele ser muy aburrido,
a no ser que sea de acción,
y ponen alguna explosión o mucho ruido,
la que hoy he ido a ver,
era de un hombre que está en Estados Unidos,
pero recibe una llamada de un amigo
y le pide
que vaya a Afganistán,
mientras gobernaba el gobierno talibán,
a recoger al hijo,
de un criado que había vivido en la misma casa

de donde había vivido su familia ahora huida.
Y va.
Y lo encuentra.
Y lo saca de allí,
pero antes rememora o recuerda
su vida de niño,
jugando a las cometas,
con el hijo de su sirviente,
Hassán.
En fin.
Al final,
no he podido dejar de soltar una lágrima,
si la ven, lo verán y sabrán porqué.
Y también, les quería contar
que la pareja que tenía detrás
y que creí que no iban a parar de moverse y jugar,
han estado muy tranquilos.
Y al encenderse las luces,
mucha gente bajaba los escalones despacio,
creo que a todos nos ha gustado,
aunque nadie haya hablado.
En fin,
¿qué les voy a decir del cine?
Que me encanta
y si no fuera tan caro
iría a diario
pero, por favor, quítenme las parejas

de detrás de mi butaca que no paran de ñaca, ñaca.