Todos los días ocurre algo que te hace sonreír y cuando eso pasa se te engrandece el alma y no ves problemas por ningún lado.
Y hay otros días, los menos, que te levantas de mala gana y sabes, desde ese momento que todo va a ir mal.
Hay unos días, que sin querer te pones a llorar, si, puede ser que una canción te haga recordar aquel amor, aquella cosa, aquel amigo, que por ... no sé qué razón, te acuerdas sin más.
Hay unos días, que te crees el protagonista de la película y que todos los que estamos alrededor te queremos acompañar.
Y te seguimos como soldados, como una piña, abrazados, no nos importa acabar en derrota porque sabemos que no nos vas a abandonar.
Y hay días, mejor dicho, noches, que cuando te vas a acostar sueñas en lo que hemos dicho, en lo que hemos hecho, lo bien que se pasó el tiempo y eso... ni se paga, ni se puede olvidar.
Era un amigo, venía se iba, contaba siempre conmigo. Cuando yo me alejaba me miraba con cara de niño y me llamaba desde la distancia como si fuera yo el que estaba perdido. Jajjaa. Jugábamos al balón, y, como todas las tardes, perdíamos. Yo le echaba la bulla, él lloraba confundido pero al final le ponía la mano en el hombro y se consolaba algo mohino.
De repente, un día, nos hicimos mayores. Él encontró trabajo lejos de donde vivíamos y pensé que sería un rato un mes sin vernos, a lo sumo, un suspiro...
Pero fue pasando el tiempo. Los días, los meses, los años,... y nos fuimos alejando, de vez en cuando nos veíamos... Y recordábamos aquellos tiempos, él y sus lloriqueos, yo y mis NOMESEASQUEJICO, jajaj, recordábamos el día que se torció el tobillo y le tuve que llevar al médico montado en la bici como si le hubieran pegado un tiro. jajaja.
Ya casi no coincidimos. Se casó, tiene críos, parece un abuelo según me han dicho, pero a veces, como hoy, me acuerdo que fuimos los mejores AMIGOS.
Cuando la vi, pensé... ¿COMU, tu sabes dónde te vas a meter? Y me tiré de cabeza, sin pensar, sin calibrar la profundidad del pozo en el que iba a caer. Y vivo con ella. Y me sorprende cada día que la miro. Es como una cajita, como un cristal de luz que refleja de distinta forma, de distinto color. Rojo, naranja, azul... Amarillo, verde, negro... es tan clara y a la vez tan oscura que si por la noche miras a la luna parece que es su mirada la que me alumbra, la que me llena de sueños y de ternura, a la que abrazo sin poner nada en duda aay, su claridad tan nítida y los secretos que oculta ...
Nuestras vidas son caminos, caminos de sólo ida y lo que dejamos atrás son recuerdos, recuerdos que los ángeles del cielo atrapan y nunca olvidan. Hay veces que Dios nos manda un ángel para que nos envuelva con sus alas sencillamente porque somos almas que este cuerpo que ahora vemos las tiene cautivas. Y buscamos el cariño que nos trate con aliento, con ternura y con calor. El contacto de las manos, el sonido de la voz, la mirada alegre o triste, los gestos, las pisadas, las caricias, el olor un dibujo, una foto, el susurro del viento y esa emoción que se mete en nuestro cerebro y se clava y no sale. Pues bien, ése es el momento en el que el ángel del que te hablaba antes abre sus alas, se despierta y resucita los recuerdos que guardaba. Y nos quedan dos opciones: alegrarnos o enfadarnos, pero elijamos la que elijamos aunque seamos caminos de recuerdos los ángeles no se olvidan.
Unos acordes de guitarra, un jardín, brisa suave de la tarde que arrebata nuestras almas cuando se oye un clarín. Una hoja majestuosa baja flotando a mis pies. Da un revuelo, sube y sube, y en el cielo, girones de anaranjados, violetas, blancos y azules de nubes la sostienen y no la quieren dejar bajar.
Al frente el sol está cayendo, y a mi espalda, la sombra alargada que me hace creer que soy mas grande de lo que soy.
Es un laberinto de pasadizos de rosales y madreselvas, de acacias, y almendros, de caricias y lamentos que a otro tiempo me devuelven, sueño.
Y veo tus ojos, tu mirada entretapada con tus dedos, ilusionado cautivo soy de ti. Y corro hacia ti, y abro los brazos en busca tuya, como el niño a su mamá, como el enamorado que espera sin paraguas bajo la lluvia, como el marido que entra en casa y quiere ver a su mujer, como el que ve por primera vez el mar, y nada más llegar, se desnuda.
Oigo trinos musicales. Los ángeles están de fiesta, una felicidad incontenible en mi cuerpo se despierta, y hasta Dios que nunca ríe, hace una mueca,se da la vuelta, y sonríe.
Concierto de Aranjuez, amor en tono romántico, silencios que no se aprecian, tu pelo, mis labios, el melancolismo en sinfonía, la suavidad del abrazo de un ocaso cuando llega el atardecer y la música no se oye, se respira.