lunes, 20 de agosto de 2012

GENIAL



GENIAL

A veces las personas
tenemos un toque especial.
Es ese rasgo distinto
que nos hace mirar al destino
con otra cara
y otra forma de pensar.
A veces pienso que tu
eres casi casi igual.
Que no nos hace falta de nada
y que con poco
volvemos de oro
cualquier cosa que podamos tocar.
Y nos vemos tan grandes
y nos volvemos tan ricos
que si fuéramos un trocito
de tarta, o de pastel
nos podríamos comer
sin llegar a engordar.
Y es que aunque no seamos nada
y aunque parezcamos la última mierda
hay algo en tí y en mí
que nos hace especial.
No sé si serán nuestras risas,
o nuestra manera de hablar,
o puede que los gestos que hagamos
la postura de las manos,
la forma que tenemos de querernos explicar
pero si,
todos tenemos algo que nos hace genial.

COMUNERO

domingo, 12 de agosto de 2012

ÓJALA, DIOSS, ÓJALA




ÓJALA, DIOSS, ÓJALA

Seguramente en el cielo 
haya alguien que nos mira.
Y seguramente ese alguien
apunta en una libreta
las cosas que yo haga o diga.
Estoy seguro que allí
también leen estos poemas.
Y seguramente se ríen
o puede que quizás suspiran
soñando como yo lo hago
cuando escribo estas tonterías.

Seguramente que Dios
cuando tiene un rato
pasa a echar un vistazo
y se hace una copia
para leerla en su despacho
más tranquilo y sin prisas.
A veces me gustaría
estar un día en el cielo
por ver cómo es aquello
y saludar a la familia.
Recordar los viejos tiempos
comer y cenar con todos,
y a la hora de acostar
dormir relajado y con la alegría
de que siguen igual
despertando en mi cama
al otro día.

Ójala, Dioss, ójala.
Que nadie esté triste,
que todos estén contentos,
que nos esperen siempre
con los brazos abiertos.
Que la vida allí sea felicidad,
que sonreír sea igual
que reír de verdad.
Y que nadie llore,
y que nadie sufra,
y que todo vuelva a ser
como cuando de niño jugaba
a ver quién corría más...
Ójala, Dioss, ójala.

COMUNERO

domingo, 5 de agosto de 2012

SENTENCIA DE MUERTE (Dedicado a mi hermano, 28-7-2012)



SENTENCIA DE MUERTE

Agazapada y silenciosa,
igual que un pulpo se agarra
aplastando sus ventosas
contra el manillar de la puerta
la Muerte esperaba paciente
la mano inocente y colarse
sin llamar.
Y llegó su oportunidad,
alguien abrió,
ella se retrasó,
pero una vez dentro,
quién la iba a echar.
Se sentó,
escuchó,
sonrió,
y al momento oportuno,
colgó su manto negruzco
sobre el alma que se tenía que llevar.
Dejó que hablaran,
que sonrieran,
que saludara a su hermano
que se acaba de levantar
pensando que a la menor oportunidad
sería ella la protagonista.
Los dos hermanos latían
casi casi al compás.
Eran dos brazos,
dos piernas, dos ojos,
dos manos,...
dos cuerpos casi casi pegados.
Pero, ya se sabe,
siempre hay un final.
Una sentencia de Muerte,
un hacha negro y silencioso
se había tapado los ojos
y cortó por la mitad.
Un suspiro,
un adiós en un latido,
un hermano se despedía del otro
una vida subía hacia el infinito
y otra se apagaba con un grito
recordando para siempre
al hermano que nunca voy a olvidar.


COMUNERO

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