FUERTE
Ya era viejo para empezar
a contar con alegría
los amores que algún día
encontró al caminar.
Suponía que escribiendo
liberaría sus inquietudes
despejando el cielo de nubes
volviendo a ver la luz en el cielo.
Y se puso a contar
las historias de su mente
como un niño inocente
que hablara con su mamá.
Decidió vivir él solo.
Escondido entre las sombras
como el que guarda sus cosas
para no perderlo todo.
Se convirtió en un río
que fluía entre montañas.
Cantando al que encontraba
lo que antes hubiera visto.
Y no dejaba de andar
ni de abrir de par en par los ojos
porque tenía entre sus antojos
poder vivir su vida con valentía y en paz.
Y sentía que era viejo
y la vejez le daba lo que le falta a la juventud,
la manera de recapacitar y no alterarse al trasluz
observando como un espectador desde lejos.
Y así condujo su suerte
decidiendo por su cuenta
los avatares de esta rueda
que al mundo le hace fuerte.
COMUNERO
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