CORNUDECES
HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE,
dijo el cura, y mi mujer,
una bruja, una tuna, una.. yo qué sé
no lo debió de entender bien
porque el otro día la pillé
con otro hombre besándose.
Y yo pensé: Uyyy en cuanto llegue a casa,
uyyyy, cuando nos vayamos a ver...
Uyyyy, va a saber ésta quién soy yo,
si si, lo va a saber, si, lo va a saber.
Pues si, llegó a casa,
y después de decirla lo que vi,
cogió las maletas y me las puso,
con toda delicadeza, eso si,
en el pasillo y amén.
De la puerta de la casa,
entiéndase, como si fueran
las bolsas de la basura,
y yo, el chico de los recaos,
y que saliera de allí con mi amargura
a dormir a un descampao.
Yo me planté y dije NO, NO Y NO.
¿QUIÉN MANDA AQUÍ? YO ¿NO?
Pues según ella, no,
al parecer tenía razón
me enseñó las facturas
del agua, del gas, de la luz,
del supermercado y que era
un tal DON COSME el que lo pagaba,
ya que yo no trabajo.
Así llevamos
treinta y pico años.
Y me he acostumbrao.
Hago la casa, recojo los niños,
preparo la comida y limpio los baños
y al tal DON COSME le doy un masaje a diario
siempre y cuando la MADAM
no diga lo contrario,
o se la antoje un menag a truá
y el mesié se antoje del culo de muá.
Así que COMU, reza y calla,
aguanta lo que te echen
y cuando haya que ladrar ladra,
porque según se ve,
uno no manda ni cartas
ni pega sellos como decía aquél.
COMUNERO
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