LA PRINCESA Y YO
Ni un momento de tristeza
había con tu sola presencia
cuando entrabas en la sala
y todos te miraban con la boca abierta.
¡¡¡SEÑORAS, SEÑORES,...
SU MAJESTAD, LA PRINCESA!!!
¡¡¡SEÑORAS, SEÑORES,...
SU MAJESTAD, LA PRINCESA!!!
Tu sombra lo revelaba,
y las luces se apagaban
cuando en el primer peldaño
y siguiendo camino abajo
de las escaleras de Carrara
el vestido liso y largo
se deslizaba como un manto
envolviendo en un encanto
las palabras,... tus palabras.
Todos quedábamos a la espera,
todos sentíamos felicidad,
todos, absolutamente todos,
necesitábamos tu mirada,
tu sonrisa alargada,
tus caricias suaves y aterciopeladas
en nuestros rostros
en nuestras caras,...
cuales soldados sin una mancha.
Firmes, ar.
Sacando pecho,
metiendo espalda,
apretando el culo
para que ni un pedo se nos escapara,
y mientras tu, ... allí,
bajando de las alturas
como el hada que viene en ayuda
difuminando los problemas y las dudas...
...volabas.
Ummmm... yo te quería,
tu... me enamorabas.
No sé si fui yo el que recogió el pañuelo
o fuiste tu quién me lo dio.
Lo cierto fue que tus ojos
tus manos,
y aquellos guantes de seda blancos
se quedaron en mi mente flotando
toda esa tarde,
toda esa noche,...
todos mis cientos de años,
como si fuera una pintura,
o, más bien, un caprichoso cuadro.
Tu, de Princesa
y yo, tu querido soldado.
COMUNERO
1 comentario:
Me encantas los cuentos de hadas, y más aun con finales felices.
Muy original, Comu.
Besitos de princesa, digo de mariposa ☺
Publicar un comentario