REQUIEM POR UN POETA
Un ataúd de letras muertas
recubren y recuerdan
quién fue, quién era
aquel que escribía versos
en el alero de una azotea
donde los pájaros se reían,
donde las moscas bailaban,
justo en el mismo lugar
donde las hojas de la arboleda
se reunían y se secaban.
Ya nadie se acuerda,
Ya nadie se acuerda,
ya nadie le llama,
se quedó en silencio por siempre,
escondido, vacío, sin nada,
escuchando el reloj del tiempo,
saludando a la aurora del alba,
conversando con la luna a momentos
conversando con la luna a momentos
riendo y llorando, cara a cara
desde su castillo de naipes
en la más alta torre y en la ventana más alta.
desde su castillo de naipes
en la más alta torre y en la ventana más alta.
Y como en un piano las teclas
surten de notas el cariño,
así se van cosiendo hilo a hilo,
sus palabras favoritas
de amor, de desamor,
de juegos entre blancas sábanas,
asomando entre nieblas
los rostros de mil fantasmas
que le quieren y le adoran,
que en sus poemas son hermosas
enredaderas de la esperanza
y no morir como simples letras
en un ataúd de paja.
COMUNERO
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