LA CIUDAD
Es la ciudad,
un cuerpo enorme,
con caras y gentes,
con cierto desorden,
con vidas y muertes,
salidas y entradas,
luz y oscuridad,
ricos y pobres,
y todo va,
de aquí para allá,
no deja pasar
ni noches ni días,
ni quejas ni risas,
no se puede dormir en paz.
Me quiero marchar,
no quiero ni irme,
me atrapa y me deja
estar en sus ingles,
contar su secreto
llegar más adentro,
no le importa quién sea,
solo quiere que esté.
Así es la ciudad,
silueta de alfileres
son mis ojos en la tierra
que se quieren clavar en el cielo,
laberinto de emociones,
destruyendo las pasiones,
descubriendo los caminos,
estorbando, realizando,
descontando los suspiros.
Un cubo de mezclas,
con árboles en las aceras
que parecen dar otro sentido.
No hay ni un gato,
y el que ves está tras ventanas,
escondido.
Los perros salen con collares
y los dueños ya no hablan
solo ladran sin dar señales
de humanidad.
Las tiendas cada vez son más viejas
y las nuevas se marchan lejos, a las afueras
como turistas asombrados desde un páramo
que fue el mejor lugar para charlar.
Ciega la ciudad no gana,
se deja aplastar,
solo las prisas la matan,
solo aparezco entre una masa
y conmigo aparecen
muchos más.
COMUNERO
Es la ciudad,
un cuerpo enorme,
con caras y gentes,
con cierto desorden,
con vidas y muertes,
salidas y entradas,
luz y oscuridad,
ricos y pobres,
y todo va,
de aquí para allá,
no deja pasar
ni noches ni días,
ni quejas ni risas,
no se puede dormir en paz.
Me quiero marchar,
no quiero ni irme,
me atrapa y me deja
estar en sus ingles,
contar su secreto
llegar más adentro,
no le importa quién sea,
solo quiere que esté.
Así es la ciudad,
silueta de alfileres
son mis ojos en la tierra
que se quieren clavar en el cielo,
laberinto de emociones,
destruyendo las pasiones,
descubriendo los caminos,
estorbando, realizando,
descontando los suspiros.
Un cubo de mezclas,
con árboles en las aceras
que parecen dar otro sentido.
No hay ni un gato,
y el que ves está tras ventanas,
escondido.
Los perros salen con collares
y los dueños ya no hablan
solo ladran sin dar señales
de humanidad.
Las tiendas cada vez son más viejas
y las nuevas se marchan lejos, a las afueras
como turistas asombrados desde un páramo
que fue el mejor lugar para charlar.
Ciega la ciudad no gana,
se deja aplastar,
solo las prisas la matan,
solo aparezco entre una masa
y conmigo aparecen
muchos más.
COMUNERO
2 comentarios:
Uffff Comu, lo que escribes es universal, en todas partes del orbe pasa lo mismo. La ciudad se hace gigante y nos traga cómo a bichos.
La gente se deshumaniza, desconfiada y huraña y tal cómo dices pareciera que ladran. El progreso ha desvirginado la inocencia de lo que vivieron nuestros abuelos en ciudades más amables con más árboles y menos cemento.
Un abrazo y felicitaciones por tu poema.
Cecy
Eeeehh LUCIÉRNAGA, es cierto eso de que nos traga como a bichos. La ciudad se ha convertido como en un otro mundo separado de los pueblos. La vida allí se nutre de formas de vida que parecen extraterrestres.
Un besote WAPETONA:
AAAAUUUUUUMMMMMMFFFFFMMMMMUUUAAKKKKK
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