MI REGALO
Fue una noche de ronda
que estuve recorriendo varios lugares
cuando me encontré con ella
enroscada en su piel morena
como si no quisiera nada con nadie.
Me senté a su lado
y la invité a una copa.
Pasaron los meses y nos seguimos sentando
llenándo de sonrisas la noche y los años,
preguntando, respondiendo,
contando hasta diez y después
contar marcha atrás, despacio.
También había momentos de seriedad
pero en seguida se pasaban porque
una dulce palabra hacía que volviéramos a soñar
y a pensar en nosotros,
de una película sin final
los protagonistas del reparto.
Pero un día, mejor dicho, una noche,
su silla se quedó vacía
mi voz se quedó muda y apareció el silencio.
Un viento frío que barre todo por donde pasa
cambió el verano por el invierno,
un hielo helado que dejó paso
al tiempo ,
a la espera,
al polvo,
al olvido,...
No nos volvimos a ver.
Parecía que la eternidad se había instalado.
Y de repente,
ayer,
a través de un cristal,
me pareció que era ella.
¡¡¡Si, si, lo era!!!
Hablaba con otro.
Un señor muy mayor
con bigote y sombrero,
como esos que salen en las fotos
parecía un tata-tatarabuelo
y ella,... ella radiante y bella
con el pelo revuelto y atado en una coleta
reía sin parar.
Me dio la impresión
que había cambiado mucho.
Estaba más joven.
O quizás era yo el que se había vuelto viejo.
Pero allí estaba, sentada,
charlando y bebiendo,
más animada que nunca
sin fijarse que tras la ventana
la observaban
los ojos que antaño se enamoraron
y ahora recordaban aquel lejano pasado
y aquellas noches de magia.
Me fui cabizbajo,
sin querer molestarles.
Un poco triste y también enfadado
aunque por otro lado
¿Quién era yo para preguntar?
Nada tenía que reprochar
ni pedir a cuenta,
al contrario,
solo podía dar gracias
por estar esos momentos con ella
disfrutando
por esas noches a su lado
por escucharme y sonreír
por ser lo que siempre pedi
mi regalo.
COMUNERO